Un análisis de sangre es una herramienta muy importante complementaria del diagnóstico, se trata de una prueba que se realiza a una muestra de sangre para medir qué cantidad de ciertas sustancias (normalmente llamadas formes) tiene esa sangre o si por el contrario carece de ellas, también son usados para contar diversos tipos de células sanguíneas;
En resumen se trata de conocer el número de plaquetas, la cantidad de glóbulos rojos, la velocidad de sedimentación y la cantidad y cualidad de los glóbulos blancos. En ocasiones se utilizan para encontrar una enfermedad o sustancias patógenas, marcadores tumorales, anticuerpos o simplemente para ver si un tratamiento está siguiendo el camino correcto.
También son usados en pacientes que ya padecen una enfermedad, para ir controlando y evaluando su progreso, tanto si ha experimentado alguna mejoría o si por el contrario ha empeorado.
El tiempo que transcurra entre análisis y análisis dependerá en gran parte del paciente, de su estado de salud y de la necesidad de realizarse un análisis clínico.
Se suelen realizar análisis clínicos a petición del paciente debido a alguna molestia o problema, en ese caso será el médico el que determine si el paciente debe hacérsela o no, y los motivos. También puede pasar, que es lo más común, que sea el médico el que solicite la prueba, debido a cualquier causa por la que vea necesaria la realización de la misma;
Tanto en pacientes ya diagnosticados, para su correcto seguimiento, como para posibles diagnósticos. Esto es lo más normal puesto que son los médicos los expertos en la materia, y por lo tanto saben cuál es el análisis clínico que necesita el paciente, para qué y por qué. Por lo tanto siempre es recomendable acudir a un experto cuando nos notamos un dolor o molestia, por mínimo que sea, no debemos autodiagnosticarnos.
Por otro lado hay expertos que dicen que lo más correcto sería hacerse un análisis clínico al año, pero como ya hemos dicho anteriormente esto es dependiente del estado de salud del paciente y de la vida de este.
Otro caso aparte son las embarazadas, que deben realizarse una analítica cada tres meses, para un correcto seguimiento del feto, incluso después del parto es necesario seguir chequeando correctamente a la mujer para comprobar que su estado de salud es bueno.
Lo más normal es que estos análisis se hagan cada año o cada dos como mucho, pero esto ya depende como hemos dicho del estado de salud del paciente y de la decisión de su médico.
Hay diferentes tipos de análisis clínicos, los más comunes son:
Una vez que tengamos los resultados de cualquier análisis en nuestro poder deberemos de llevárselos a nuestro médico correspondiente, para que los evalúe
ya que es el experto.
Esta evaluación de los resultados de dichos análisis se puede o no hacer en conjunto con exámenes médicos (orina), además el médico abordará los resultados en función del motivo de ese análisis. Lo que hagamos a continuación ya depende de nuestro médico, que puede decidir o no incluso que tengamos que repetirnos ese mismo análisis o algún otro.
En un principio sí, a cualquiera, pero es preferible que pregunte a su médico y se informe con antelación.
Debe seguir su rutina de medicamentos normal, a menos que un experto como su médico le indique otra cosa. Pero es importante que se lo comunique al experto que le realizará la prueba.
Sí, en cualquier centro médico homologado los materiales que se utilizan como agujas o jeringas son nuevas y estériles, de un solo uso.
Esto irá en función de si el cliente posee expediente o no y del centro en que se realice el análisis. Por eso lo más recomendable es preguntar a nuestro médico o al experto que te realice la prueba.
Una glicemina, un examen general de orina o de heces, y un hemograma, si dicho niño no padece de una situación especial de salud; Pero claro está que será su médico el que decida qué pruebas son las más convenientes para cada niño.
Licenciado en Medicina - Nº de Colegiado: 19/193465
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