La radiofrecuencia consiste en la aplicación de ondas electromagnéticas de alta frecuencia sobre la piel que provoca el calentamiento controlado de las diferentes capas de la dermis, lo que favorece:

• La formación de nuevo colágeno.
• El drenaje linfático.
• La circulación de la piel y el tejido subcutáneo.
• La migración de fibroblastos.

El calentamiento de diversas capas de la dermis varía según la frecuencia de uso. Este procedimiento, indoloro, se emplea para tratar celulitis y flacidez en cualquier área del cuerpo.

La radiofrecuencia inicialmente contrae el colágeno, seguido de sesiones que reestructuran el colágeno profundo y generan nuevas fibras. Esto mejora la elasticidad, proporciona una piel más tersa y reduce arrugas y flacidez. Los resultados suelen ser visibles después del primer mes, mejorando con sesiones adicionales. Se requieren de cuatro a diez sesiones según la zona tratada, con posibilidad de sesiones de mantenimiento meses después.

Después de cada sesión de radiofrecuencia, es normal que la piel presente un ligero enrojecimiento temporal. Aunque generalmente segura, la técnica tiene contraindicaciones, como embarazo, lactancia, cardiopatías, trastornos de la coagulación, enfermedades neuromusculares, implantes recientes de colágeno, presencia de prótesis metálicas, marcapasos u obesidad mórbida.

La radiofrecuencia puede combinarse con otras técnicas estéticas para tratar manchas, arrugas y eliminar venas en la cara, entre otros.