
uando se habla de infertilidad y de técnicas de reproducción asistida, es habitual enfocar el debate en el retraso de la maternidad, la edad fértil de la mujer, la reserva ovárica o la calidad de dichos óvulos.
Según los datos del IVI, instituto sobre la infertilidad de referencia en España, el factor masculino tiene una incidencia similar al femenino, es decir, gracias a aquellas parejas que han acudido a un tratamiento de reproducción asistida ha permitido observar la incidencia de la infertilidad masculina.
La infertilidad masculina ha sido un tema tabú durante años debido a cuestiones de virilidad. Si no puedes dar un hijo a tu mujer es que no eres lo suficientemente hombre por lo que el problema no puede ser del hombre sino de su mujer. Ridículo, ¿verdad? pero así se pensaba, recalcamos DURANTE AÑOS. Por supuesto, ahora existe una mayor colaboración e implicación por parte del hombre, incluso muchos tienen sentimiento de culpa al recaer todo tratamiento en la mujer para poder concebir.
Como sabéis, el hombre es capaz de procrear en cualquier momento de su vida, puesto que «el testículo sigue funcionando y produciendo espermatozoides, al contrario que el ovario, cuya función es excepcional por encima de los 42 años». Eso si, cuanta más edad tenga el hombre hay más posibilidad de que los hijos padezcan algunas enfermedades impredecibles a priori, como la esquizofrenia, el autismo y algunos tipos de cáncer. Además, estudios alertan de la bajada de calidad del semen.
El sedentarismo afecta a la calidad del esperma por lo que es recomendable realizar ejercicio tres o cinco veces por semana, siempre de forma moderada y continua, evitando los entrenamientos de intensidad extrema.
Lógicamente llevar una alimentación saludable mejora la calidad en general del organismo por lo que en el esperma no va a ser menos. Evita fumar y reducir la ingesta de alcohol. Si se trabaja con fertilizantes de campo es mejor consultar con el médico y se están descubriendo en investigaciones de la Fundación IVI otros contaminantes ambientales que se pondrán de relieve en un futuro próximo.
Se sabe que la temperatura de 34 grados a la que se debe mantener el testículo es fundamental para mantener una correcta espermatogénesis. Por eso, cualquier causa que la afecte influye sobre la calidad del semen.
Respecto a la edad, con los años bajan los niveles de testosterona, una hormona clave en la generación de espermatozoides y cuyo déficit provoca que se reduzca la cantidad de semen y que los espermatozoides sean más lentos. La etapa ideal de fertilidad masculina, explica Pellicer, es igual que en el caso de la mujer, entre los 20 y los 35 años, aunque hasta los 64 años la fecundidad del semen se mantiene bastante estable.
Por último, la soja. Según el estudio presentado por el investigador de la Fundación IVI, Francisco Domínguez, en el congreso anual de la American Society for Reproductive Medicine (ASRM, sustancias como la daidzeína y la genisteína, denominados fitoestrógenos, y presentes en productos derivados de la soja, como la leche, yogures, el tofu o miso, así como el metil-parabeno -que se halla en muchos productos cosméticos-, empobrecen la calidad espermática, y por tanto su capacidad reproductora.
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